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INCORPORACIÓN DE LA GUITARRA AL FLAMENCO

Todos coinciden en opinar que la guitarra se incorpora al cante en el siglo XIX .
Es indudable que el cante, en sus orígenes, prescindió de todo acompañamiento musical que pudiera edulcorar el patético grito que entrañaba. Todavía hoy quedan cantes a palo seco en los que la voz cabalga a solas entre tinieblas.
Unos, como Manuel Ríos Ruiz, preconizan que su incorporación sobrevino en los comienzos del siglo; otros, como Ricardo Molina y Antonio Mairena sostienen que el hecho se produjo un poco más tarde y aventuran que “su simbiosis con el cante gitano debió iniciarse allá por el año 1850”. La más antigua referencia histórica concierne a Francisco Rodríguez alias “El Murciano”, nacido en 1795 en Granada y que según Molina y Mairena , “seguramente acompañaba los cantos folklóricos de su tierra natal con una pequeña guitarra llamada tiple“ y a “El Planeta”,comúnmente reconocido como uno de los primeros “cantaores” del género, prototipo de juglar flamenco, transmisor de cierto tipo de lírica popular, presente hoy en artistas como Camarón de la Isla o los vanguardistas Diego Carrasco y Manuel (Lole y Manuel).
Lo indudable es que la guitarra se empareja con el cante en el transcurso del siglo XX. Su misión no fue puramente decorativa, innovadora o renovadora sino que, como manifiesta Ríos Ruiz “cuando el flamenco toma el auge de espectáculo, inicia una labor digna de elogio: la de consolidar la estructura de los estilos al dar entrada y salida a la copla y cerrar los distintos tercios o melismas del cante “.
La guitarra regula pues, en gran medida, los esquemas del cante y canaliza su ordenamiento.
En la segunda mitad del siglo XIX con la moda por “lo andaluz” en gran parte de Europa, con la ansiada búsqueda romántica “del alma de los pueblos” y la rebelde afirmación del “yo”, con el afán exhibicionista de una burguesía que triunfa definitivamente en el marco capitalista de la revolución industrial y la fascinación del mundo rural y obrero por este derroche, contexto simbolizado por el Café Cantante en la literatura flamenca, es cuando el género flamenco parece iniciar el proceso para adquirir su fisonomía actual. Antes lugares como salones y academias de baile con ensayos a puertas abiertas destinados generalmente a turistas o notables, propiciaron cierta conciencia profesional que cuajará ahora con la demanda de los cafés cantantes y espacios similares.
Eusebio Rioja señala una primera etapa casi anónima en ésta segunda mitad del siglo en la que el guitarrista aparece sobre todo como cantaor/guitarrista para acompañar bailes, luego elevar su status profesional hasta independizarse de su doble función “{….} y el afamado cantador José Llorente acompañado de un tocador de guitarra para lo flamenco” (Salón de Oriente . 2 de diciembre de 1865, “conviene ahora advertir que un cantador comm´ïl faut no se acompaña nunca”(Augusto Ferrán, el Cantador 1882).
El eclecticismo que ofrecen los cafés cantantes y espacios similares se verá reflejado en la técnica de guitarra flamenca .Por una parte vemos a guitarristas como José Patiño, Antonio Páez, Francisco Sánchez Cantero, Paco “el Barbero”, Francisco Díaz Fernández “Paco el de Lucena”, dirigir los cuadros y mantenerse fieles al llamado “toque tradicional”, con función de acompañamiento al baile y al cante, con uso de rasgueados, poco acordes y utilización melódica del instrumento llamada “a cuerda pelá” por los aficionados, con el pulgar de la mano derecha apoyando con uña a modo de plectro o púa (de allí una sofisticada técnica de pulgar llamada alzapúa) arpegios con los dedos índice-medio a modo de punteado. Por otra parte estos mismos “tocaores” intentarán emular a los guitarristas “por lo fino” de su época como Trinitario Huerta, Bernardo Troncoso, José Toboso y sobre todo Julián Arcas (1832-1882), interpretando en solista sus composiciones nacionalistas entonces en voga. ¿Cómo los guitarristas “flamencos” con su técnica de rasgueado, punteado y de pulgar podían interpretar obras como las de Arcas, él que por tradición oral conservará ente los profesionales del flamenco garantía de prestigio? Se piensa que debía tratarse de adaptaciones de este repertorio o de selección de las variaciones más asequibles. Lo que sí hemos podido comprobar (Norberto Torres 1994) es la serie de préstamos entre la guitarra de salón y la flamenca en esta época de los cafés cantantes.
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"Cuando escucho en tu guitarra
un cante por soleá
oigo en mi alma un silencio
que es música de verdad".
"Música tan de verdad
que las estrellas se callan
para poderla escuchar".
JOSÉ BERGAMÍN |
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