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EL LEBRIJANO

Juan Peña Fernández. Lebrija (Sevilla), 1941. Cantaor.
Miembro de una familia gitana y cantaora de rancio abolengo, la de Perrate de Utrera, a la que pertenece su madre María la Perrata. Bernardo Peña, su padre, tratante de ganado y que no ejercía ninguna faceta del flamenco, era muy aficionado y respetado entre ellos. Juan Peña el Lebrijano comenzó muy joven como guitarrista, pero al hacerse evidentes sus posibilidades como cantaor a raíz de su triunfo en el Concurso de Mairena del Alcor (1964), decidió dedicarse en exclusividad al cante. Uno de sus primeros trabajos importantes como tal fue con Antonio Gades, en cuya compañía estuvo varios años cantando para bailar. Lebrijano atrajo desde siempre la atención de aficionados y estudiosos, que intuían en él un cantaor fuera de lo común, y el tiempo no les defraudaría. Fue enseguida considerado uno de los mejores cantaores de este tiempo, pues a su voz redonda y de hermoso timbre unía una afición y un conocimiento que le permitían estudiar e interpretar con maestría los más diferentes estilos. Además vivía intensamente el cante en su propia familia, lo que era fundamental. Pronto tuvo la oportunidad de grabar, y sus primeros discos fueron por añadidura de una gran calidad. Otra faceta digna de resaltar en este cantaor es que conociendo tan profundamente el cante ortodoxo su inquietud artística le llevó a buscar la introducción de algunas innovaciones -lo que él llama melismas de refreso- en un arte habitualmente encorsetado por la tradición inamovible que defienden los puristas. En sus primeros tiempos también estuvo muy influído por el magisterio de Mairena. Él entiende que es necesario aportar al flamenco un abanico musical más amplio, porque solamente así podrán extenderse los horizontes de este arte único en el mundo: "Cada uno estamos intentando hacer nuestra música dentro del flamenco. Somos conscientes de que como no le demos un nuevo giro, dentro de su mismo contexto, el flamenco se queda muy corto. Para exportarlo hace falta darle nuevas fórmulas, porque el cante básico está hecho, lo hemos grabado todos veinte veces. Entonces, si todo eso que sabemos lo podemos interpretar de otra manera más asequible a oídos que no están acostumbrados a oír flamenco, pienso que es importante que lo hagamos". Algunas personales empresas artísticas del Lebrijano han sido consecuencia de esta filosofía renovadora del cantaor: Persecución -con textos de Félix Grande HP263-, Ven y sígueme -una llamada ópera flamenca moderna, con música de Manolo Sanlúcar-, Encuentros -en la que explora junto a una orquestina marroquí los potenciales puntos de coincidencia del flamenco con la música norteafricana-, ¡Tierra! -visión flamenca del Descubrimiento de América en oportunidad de los fastos del V Centenario. Algunas de estas obras llegaron a tener su representación en los escenarios.
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"Cuando escucho en tu guitarra
un cante por soleá
oigo en mi alma un silencio
que es música de verdad".
"Música tan de verdad
que las estrellas se callan
para poderla escuchar".
JOSÉ BERGAMÍN |
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